martes, 12 de mayo de 2009

Había una vez un trabajo

Por algún lado tengo que descargar toda esta bronca que tengo encima. A mis amigas las tengo secas y ya me está empezando a dar cosita hablarles siempre de lo mismo. ¡Me estoy volviendo loca! Dicen que los blogs ayudan… no sé qué querrá decir algo así, pero acá estoy! AYUDA!

Todo empezó el maldito 1 de Febrero de 2008, día en que acepté este trabajo del mismísimo carajo. Nunca me imaginé que esas tres mujeres que me dieron la bienvenida tan sonrientes iban a resultar ser estas tres turras que me hacen la vida imposible desde, al menos, abril de 2008. Parece ser que eso es lo que demoran en mostrar la hilacha las víboras en los laburos… no sé, nunca había tenido problemas con nadie en ningún otro laburo, esto es absolutamente nuevo para mí, aunque al parecer es “re común boluda! Pasa en todos lados! Te acostumbrás!”. No me importa en cuántos lados pasa!! No creo que sea común y definitivamente no me quiero acostumbrar, boluda!!!!Yo trabajo en un local de una reconocida marca de alfajores, no voy a mencionarla porque tengo tan mal ort… que seguramente la yegua de mi jefa mañana pone mi nombre en Google y le sale este blog y me echa a patadas, lo cual suena bastante tentador… pero no. De ahora en más nos vamos a referir a mi trabajo como… mmm… El Infierno. Para qué darle vueltas.
El Infierno tiene sede en un reconocido Shopping que también vamos a mantener en el anonimato, pero al que deberíamos llamar El Infierno del Infierno ya que también detesto los shoppings, todo es un círculo vicioso, ya que mi aberración por los shoppings viene de trabajar en El Infierno.
Debí suponerlo. En mi primer día de trabajo el Universo o lo que fuere me mandó mil señales de que tenía que salir disparando de ese laburo, pero esa vez decidí no darle bola a las señales (en el 2007 las señales habían tenido mal las coordenadas, en otras palabras fue un año de mierda, por lo que una de mis resoluciones de fin de año fue, simplemente, no darle más bola a las señales!) En esas estaba el 1 de febrero de 2008, detrás del mostrador charlando con una de las turras que se había ofrecido “desinteresadamente” (palabra que vamos a utilizar entre comillas infinidad de veces en mi blog) a enseñarme todo lo que yo necesitaba saber para arrancar mi segundo día de trabajo sola. A la turra número uno la vamos a llamar Pilar, a la segunda Belén y a la tercera Yegua (intenté de verdad encontrarle otro nombre, claramente no pude.)
Pilar fue re gamba, me explicó todo perfectamente y “cualquier cosita me mandás un sms y vengo a socorrerte!” (Pilar vive a 4 cuadras del Infierno). “Pero qué macanuda esta Pilar!” pensaba yo, y ahora pienso que me tendrían que haber dado el Premio Nobel a la Ingenuidad/Boludez por mi excelente labor entre Febrero/Marzo/Abril de 2008, pero bueno, no todo está perdido, quizás este sea mi año (?)
Días y gambas como estas se sucedieron en las primeras tres semanas, Pilar laburaba a la mañana, Belén a la siesta y yo había caído en el turno tarde, lo cual me parecía genial porque sentía que tenía casi todo el día libre para hacer lo que quisiera, total mi turno era de 18:00 a 22:00 hs. Además ahorraba plata ya que almorzaba y desayunaba en casa, lo cual no resultaba ser del todo así porque es imposible no comer alfajores laburando en donde laburo, y dado que los alfajorcitos no son precisamente baratos, se podría decir que, al fin y al cabo, daba absolutamente lo mismo para mi billetera.
Pero los días felices se fueron convirtiendo en días del ort…, sobretodo dos semanas después de Semana Santa, que de Santa no tuvo un carajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario